necessity- Billshido's love

lunes, 29 de marzo de 2010

Augenblick- One Shot

Apretó las manos sobre el volante. Si fuera posible, éste se rompería ante la fuerza que estaba haciendo. Pero no, no se rompería. Deseaba que así fuera, quería romper algo, todo. Destrozar algo para demostrar que por dentro él también se estaba destrozando.

¿Cómo podía estar pasando esto? Nunca pensó que las cosas llegarían a este punto. ¿Qué estaba pensando
él al hacerlo?

Cuando lo vio llegar, con esa sonrisa perfecta en su rostro, no pensó que podría hacerlo. Pero debía. Era necesario. Lo vio dejar su campera de cuero sobre el sillón, y mirarlo, extrañado. La sonrisa poco a poco se borró.

Como si lo estuviera oliendo, como si supiera qué era lo que estaba a punto de pasar. Debía haberlo imaginado.

—¿Qué sucede?

—Siéntate, tenemos que hablar.

El joven dio un par de pasos, pero sus ojos localizaron los bolsos que había a un costado, junto a Anis. Se quedó mirándolos, tratando de entender porqué estaban ahí, cuando tendrían que estar guardados en el placar, todas las cosas que había dentro en los cajones de la habitación. La habitación que compartían.

—¿Qué haces con eso?

—Bill…siéntate.

—No, quiero que me digas qué hacen esos bolsos ahí

Aparcó su auto sin mirar mucho cómo lo hacía, y salió corriendo hacia el interior del edificio. Preguntó a la secretaría la información que necesitaba y subió. Intentó por el ascensor, pero éste tardaba mucho. Sabía que si no estuviera tan exaltado, no hubiera subido las escaleras, pero necesitaba verlo lo antes posible.

Cuando llegó al pasillo, se encontró con que todos sus amigos y familia ya estaban ahí. Las miradas que le echaron fueron suficientes para darse cuenta de que allí no era bienvenido, pero a él poco le importaba. Tom, aquel niñato que tanto había querido interferir en su relación, intentó detenerlo, pero su madre lo sostuvo del brazo. No sabía si agradecerle a la mujer, pero avanzó entre ellos para detenerse frente a la puerta.

El miedo hizo lugar. ¿Quería ver lo que estaba detrás de ella? ¿Sería capaz de entrar, después de todo lo que había pasado?

Observó las lágrimas acumularse en sus ojos mientras hablaba. Que esos ojos tuvieran esa mirada no debía ser justo. Esos ojos estaban destinados a brillar, no a sufrir de esa manera.

Pero no podía hacer otra cosa. Esto ya no podía seguir. Si seguían haciéndolo, terminarían odiándose. La 
brecha entre los dos solo se abría cada vez más a medida que pasaban los días.

—¿Es que ya no me amas?—preguntó con hilo de voz el pelinegro, como si fuera un niño pequeño al que están regañando.

Sintiendo las tantas miradas detrás de él, giró el pomo de la habitación. Era como cualquier otra en un hospital. Blanca, vacía, sin vida, con olor a neutro. Bill hubiera odiado esa habitación si estuviera despierto.

Pero no estaba. Estaba acostado en la cama, el respirador conectado. El latido vago de su corazón era lo único que indicaba que estaba vivo. Se acercó lentamente a su lado, como si fuera una película en cámara lenta.

¿Era él realmente? ¿Era éste el chico con el que había vivido tanto tiempo, tantas cosas?

Bill mantenía sus ojos cerrados, sus brazos flácidos junto a su cuerpo. Sus muñecas estaban vendadas, detrás de ellas se ocultaba el motivo de su urgente llegada al hospital. El motivo por el cual Anis había llegado casi corriendo a su lado, por el cual todo el mundo detrás de esa puerta lo odiaba.

El motivo por el cual Bill no despertaba.

—No es eso, Bill. Pero…ya no podemos estar juntos.

—¿Por qué?

Anis suspiró. Aquello estaba siendo difícil.

—¿Es necesario que lo diga? Ya lo sabes de sobra. No hablamos nunca, y si lo hacemos, solo discutimos. ¿Hace cuánto tiempo que no tenemos relaciones? Ya no nos tocamos, ni siquiera nos miramos. Además, te pongo en peligro en cada momento.

Bill se acercó hasta él, tomando su rostro con sus delicadas manos, tratando de que él lo mirara.

—¿Y qué tiene si me pones en peligro? No me importa. Y el resto…el resto podemos resolverlo.

Anis se apartó de él, dejando que las manos de Bill quedaran suspendidas en el aire. Negó suavemente con la cabeza.

Acarició lentamente el rostro de Bill, como si fuera a romperse.

—Bill…

—No despertará.

La voz hizo que se diera vuelta, enfrentándose a la mirada cargada de odio del hermano gemelo del joven que yacía en esa cama.

—Tiene muerte cerebral. En una hora lo desconectarán. ¿Estás feliz ahora?

No podía articular palabra. Las palabras de Tom golpeaban una y otra vez, tratando de adentrarse en su mente.

Se separó de la cama, y supo que no debería haber ido hasta ahí. ¿Feliz? ¿Cómo podía ser feliz? Él tan solo quería que Bill siguiera su vida, que fuera él feliz. No lastimarlo cada vez que se peleaban por estupideces, no ponerlo en la línea de fuego cada vez que tenían un problema dentro de la pandilla en el barrio.

—Esto no tiene arreglo, Bill. Simplemente, no lo tiene—se incorporó y se acercó a sus bolsos, tomándolos—Este es el final, Bill.

—Anis, no…

Caminó hacia la puerta del departamento de compartían y abrió la puerta.

—Adios.

—¡Anis!

Había terminado todo aquello para protegerlo. De él y de su vida.

Y sin embargo, ahí estaba, en un hospital. Y la persona que amaba estaba ya muerta. ¿De qué había servido todo aquello? Bill se había suicidado…suicidio. Nunca pensó que sería capaz de hacerlo. Pero Bill nunca había dejado de sorprenderlo. Esta era una sorpresa desagradable.

Salió de la habitación sin responder, y corrió hasta su coche. Se encerró ahí dentro, dejando escapar las lágrimas que tanto se había empeñado en ocultar en todo momento frente a su Bill. Ahora éste ya no podía verlo. Ya no podría verlo nunca más.

El nuevo departamento se sentía demasiado vacío. Una parte de él todavía esperaba, después de tantas semanas, que la puerta se abriera y un Bill sonriente y entusiasmado irrumpiera, haciéndolo sonreír una vez más. Pero él sabía que eso no sucedería.

El celular sonó, interrumpiendo sus pensamientos. El nombre de Bill en la pantalla le hizo fruncir el ceño. No había llamado desde que se fuera. Ni una sola vez.

Un mensaje de texto. ‘Bill está en el hospital. Tom’.

Se apresuró a salir hacia el lugar.

Las imágenes de su Bill riendo, besándolo, abrazándolo se mezclaban con las de un Bill llorando y rendido en una cama, respirando solamente por una máquina.

Había tantas cosas que habría querido decirle. Tantas cosas que habrían arreglado las cosas. Unas simples palabras, y todo habría vuelto a la normalidad, como tendría que haber sido. Pero no, Bill ya no podría escucharlo.

Miró el reloj. Faltaban dos minutos para que lo desconectaran. Se había pasado el tiempo llorando la pérdida.

¿Sentiría Bill algo? No, de seguro que no. Hubiera deseado que pensara en él en el último momento. Quizás sí lo había hecho, había recordado todos sus momentos juntos, tal como lo estaba haciendo él ahora.

Cuando cortara sus delicadas muñecas, seguro había estado pensando en él. En todo el daño que le había causado. Ni siquiera había podido pedirle perdón. No había habido más palabras entre los dos.

El dolor que sentía ahora era tan fuerte, que supo que no podía seguir así. No podría hacerlo nunca. Si Bill se iba, entonces, él también lo haría.

Abrió la guantera y sacó de ahí a su fiel acompañante, guardándola debajo de su campera. Volvió a entrar al hospital como un zombie, subiendo las escaleras un paso lento a la vez. El pasillo estaba desierto, ya no había miradas crueles ni reproches. La puerta de la habitación estaba abierta.

La familia y los amigos rodeaban la cama, llorando. Pero él se alegraba de que por lo menos podía ver su rostro. La máquina ya no sonaba. Lo habían hecho, lo habían desconectado.

Bill ya no estaba.

Sacó su arma del pantalón, sus ojos fijos en el rostro de su amante.

Seguramente, Bill ya estaba en el cielo. Era el único lugar donde debía ir. Anis sabía que él no lo volvería a ver. A ese lugar, él no podría acompañarlo.

Levantó el brazo, apoyando el arma en su cien.

Dios no quería que él lo acompañara. No era un lugar donde sería bienvenido.

—Te amo, Anis.

Apretó el gatillo.

Los gritos y el sonar de la bala salir no llegaron a sus oídos. Lo único que escuchaba eran las últimas palabras de Bill cuando salió del departamento.

3 comentarios:

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  2. te amo y te odio a la vez!
    porque te odio? porq me hiciste llorar.. fue muy fuerte!
    todavía tengo escalofríos...

    te amo, porque escribes de una manera jodidamente perfecta...
    no puede ser que hayas escrito algo así... la verdad es q, ahora q lo pienso, tmb te odio por eso.. xDDDD

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  3. asquerosamente perfecto :___

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